El estado de conservación de la mayoria de los castillos de la Raya oriental de Castilla en la actual provincia de Soria es ruinoso. Al carecer de elementos arquitectónicos de interés artístico han permanecido olvidados en los grandes compendios sobre castellología española, ya que al lado de los ejemplares más notables carecen de la importancia y calidad material, dimensional, histórica o arquitectónica.
El abandono y la falta de mantenimiento al que han
estado sometidos estos castillos han provocado su progresiva ruina. El último
episodio de ruina anunciada se ha producido durante una tormenta a finales de
marzo de 2011, cuando derrumbó parte del lienzo occidental de la fortaleza de
Serón de Nágima, enteramente construida en tapial. La pérdida patrimonial es
notable, máxime cuando era el único lienzo que conservaba algunas
características constructivas que ya no se pueden observar en ninguna otra
parte del castillo (Gil Crespo 2012).
Colapso de parte del muro occidental del castillo de Serón de Nágima en dos imágenes correspondientes al año 2010 y 2011
La investigación de la
que se desprende esta publicación se basa en un exhaustivo inventario de las fortificaciones
medievales dentro del territorio de la provincia de Soria. Este inventario se
ha registrado cartográficamente con el fin de estudiar sus relaciones
espaciales dentro del contexto del estudio de la organización histórica del
territorio. Se ha observado que, lejos de ser elementos autónomos, existe una
dimensión de sistema que les envuelve y les da significado a escala territorial
y, por tanto, paisajística. El valor actual de estas
fortificaciones reside en que, como conjunto, tienen un alto valor paisajístico
y territorial. Su significado de organización del territorio no ha sido
depreciado por su caída en desuso al perder su función militar.
En lo que respecta a su
conservación, se hace necesaria una consolidación de los restos conservados para
seguir manteniendo ese valor acrecentado además por ser muestra de la construcción
histórica medieval y que, como tal, se debe estudiar y analizar.
En conclusión, la
frontera bajomedieval entre Castilla y Aragón en la actual provincia de Soria
no tiene un accidente geográfico que la determine físicamente, a excepción de
la sierra del Moncayo y del Tablado. Por el contrario, todo este área
geográfica supone una transición o comunicación entre el valle del Duero con el
del Jalón y el Ebro. Las características físicas del relieve —montaña menor de
las sierras ibéricas orientales, bordes de parameras, navas, corredores y
pasillos por los que discurren los afluentes del Ebro y del Jalón— definen
diversas vías de comunicación. Por tanto, la precisión de la frontera hubo de
realizarse artificialmente. La sistemática construcción de castillos y el
amurallamiento de las villas fronterizas fue el método de concreción de la
Raya. Todas estas vías de comunicación debían protegerse y vigilarse y para tal
fin se levantaron una red de castillos, torres y elementos defensivos
fronterizos a lo largo de la Edad Media.
Las principales vías de
comunicación entre los valles del Jalón y del Duero eran los valles del río
Nágima, Henar, Carabán y Manubles. El valle del río Nágima, en el camino hacia
Almazán, estaba controlado por el castillo de la Raya y las villas y castillos
de Monteagudo de las Vicarías y Serón de Nágima. El río Henar comunicaba el
Jalón con el Campo de Gómara y su protección se garantizaba con el castillo de
Cihuela, la villa de Deza y la villa fortificada de Peñalcázar. En las vías
abiertas por los ríos Carabán y Manubles se levantaban los castillos de
Carabantes, Ciria y Borobia. El valle alto del Jalón quedaba protegido por los
castillos de Santa María de Huerta, Montuenga de Soria, Arcos de Jalón, Somaén
y Medinaceli. El valle del Queiles, con Ágreda a la cabeza y el apoyo de
Vozmediano, sigue siendo otra de las puertas entre Castilla y Aragón. Más al
norte, los ríos Linares, Alhama y Cidacos desaguan en el Ebro riojano y sus
valles se protegían con los castillos de Cigudosa, Magaña, San Pedro Marique y
Yanguas.
El cañón del río Henar, tras dejar atrás el castillo de Cihuela, entra en Aragón por Embid de Ariza, protegido por un pequeño castillo roquero con torre cilíndrica
Los castillos roqueros
gozan de un amplio campo visual sobre las vías de comunicación que siguen los
valles y pasos naturales. Son la representación física del profundo
conocimiento del medio natural sobre el que se enclavan así como la
arquitectura para el dominio y la organización plástica, material y perceptible
del territorio. Los castillos han supuesto un sistema de organización del
territorio. Su ubicación, la distancia y la comunicación entre unos y otros y
su uso han contribuido a la organización de las comunicaciones actuales y al
aspecto del paisaje. Es precisamente este valor paisajístico el que les da
significado como sistema organizado y que relaciona los elementos entre sí y su
entorno con el territorio.
Lista de referencias
Para esta entrada y las anteriores sobre «Fortificación fronteriza» se han empleado las siguientes referencias bibliográficas.
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Esta entrada forma parte de la siguiente publicación:
Gil Crespo, Ignacio Javier (2013) Fortificación fronteriza y organización territorial medieval: los castillos de Soria. In: La experiencia del Reuso. Propuestas Internacionales para la Documentación, Conservación y Reutilización del Patrimonio Arquitectónico. c2o, Madrid, pp. 233-239. ISBN 978-84-45321-71-2
Para descargar: http://oa.upm.es/16559/